Aunque pueda parecer un tema que se aleja de la neuroeducación, ser físicamente activo es uno de los pasos más importantes para estar sano física y mentalmente, para tener un buen desempeño académico y para reforzar el aprendizaje y la plasticidad neuronal. El ámbito escolar, el ambiente
docente es uno de los lugares ideales para enseñar a niños y adolescentes como adoptar y mantener una forma saludable de vida, un estilo activo que se va a reflejar posteriormente en la carrera académica y en tener una personalidad estable y positiva. La escuela puede ayudar a las nuevas generaciones a ser activos físicamente después de la vida académica, algo que se reflejará en calidad y cantidad de vida.
Las escuelas aportan programas de actividad física por, entre otras, las siguientes razones:
- Los niños y jóvenes que son activos están mejor física y mentalmente.
- Los programas escolares de actividad física están diseñados por magníficos especialistas y ayudan a colmar las necesidades de actividad física de niños y jóvenes.
- Los programas escolares de actividad física pueden beneficiar no solo a los estudiantes sino que pueden ejercer una influencia positiva sobre las familias y toda la comunidad.
Los resultados tangibles de la actividad física sobre el organismo son los siguientes:
- Fortalecimiento de huesos y músculos.
- Disminución del riesgo de obesidad y de factores de riesgo para la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.
- Reducción del riesgo de ansiedad y depresión y mejora de la salud mental.
Son tres aspectos de una importancia enorme en las sociedades desarrolladas. Con respecto a la cantidad de actividad física necesaria, el consejo de los centros de control de enfermedades de Estados Unidos (CDC) es que niños y adolescentes deberían hacer una hora o más de actividad física al día, y que la mayor parte de ese tiempo debería ser actividad aeróbica de intensidad moderada o vigorosa.
Este último, el ejercicio vigoroso, debería realizarse unas tres veces por semana y entre las posibilidades están montar en bicicleta, caminar, correr, bailar o practicar deportes que impliquen a todos los jugadores como el fútbol, el balonmano, el rugby o el baloncesto.
También se recomienda el fortalecimiento de los músculos incluyendo, bajo la guía del especialista flexiones, dominadas, abdominales, ejercicios medidos con pesas, etc. Para el fortalecimiento de los huesos se recomienda saltar, correr y deportes como la gimnasia, el baloncesto y el tenis. Algunas actividades encajan en varias categorías, así, la gimnasia sirve tanto para fortalecer los músculos como los huesos mientras que correr es aeróbico y fortalece los huesos. Las actividades deben ser adaptadas a la edad, que fomenten el disfrute y que tengan variedad. La realidad es que sabemos cada vez más la importancia de la actividad física y sus beneficios innegables y, por otro lado, cada vez hacemos menos.
Si el objetivo es impulsar la actividad física no avanzamos nada quejándonos de lo que hay, tenemos que venir "llorados", tenemos que apostar por mejorar, paso a paso y en la mayor medida de nuestras posibilidades, la situación en la que estamos. Lo primero es que para incrementar la actividad física en los niños y adolescentes no te puedes dirigir solo a ellos.
Es necesario incorporar, con la mayor disposición posible a los niños, a sus padres, a los profesores y a las personas capaces de tomar decisiones (dirección del centro, responsables de la AMPA, políticos). El compromiso de los padres, su ejemplo y actitudes son especialmente relevantes porque se busca implantar unos cambios que se estabilicen como hábitos y fomenten un estilo de vida activo. Los hábitos son algo que los niños adoptan mejor a edades tempranas.
Las horas de clase son limitadas y a menudo nos movemos en un esquema de horarios bastante rígido. Aunque hay responsables que están incrementando las horas de educación física, es normalmente necesario explorar otras posibilidades como recreos, actividades de ocio, transporte escolar y otros.
Un aspecto clave es la presencia de actividad física en el tiempo libre, pues une el juego, el deporte, el movimiento, con momentos de alegría, de diversión, de placer. También es conveniente el aspecto social, algo que puede potenciarse realizando actividades físicas en familia y con amigos y también formando parte de equipos y clubs deportivos y haciendo uso de instalaciones deportivas. Nuestro aprendizaje es fundamentalmente social.
Las escuelas juegan un papel muy importante a la hora de animar a los estudiantes a la actividad física y para ello no está de más recordar algunos aspectos básicos:
- La actividad física tiene un efecto positivo físico, mental y social y mejora el bienestar de los niños.
- Va dirigida a todos los niños, especialmente a los más inactivos físicamente.
- Proporciona habilidades, conocimientos y experiencias que demuestran que es posible, para cualquier niño, adoptar un estilo de vida activo.
- Ofrece una oportunidad al estudiante para pensar en lo que está bien o está mal, el egoísmo y el compañerismo, la importancia de las normas y reglas y el manejo de sentimientos y emociones.
- Apoya el crecimiento hacia la autosuficiencia.
- Fomenta el trabajo en equipo.
- Desarrolla la motivación personal hacia la actividad física.
Hay varias opciones para incrementar la actividad física en la escuela:
- La más directa: incrementar las horas dedicadas a la actividad física.
- Impulsar la presencia de propuestas activas en recreos y pausas y al terminar las clases. Lo ideal es proporcionar a los estudiantes una serie de actividades en las que puedan participar, independientemente de su nivel y de su habilidad.
- Ofrecer un catálogo amplio de oferta deportiva entre centros (equipos, competiciones, talleres especializados). El deporte escolar genera vínculos en el grupo, favorece las habilidades motoras, mejora la salud mental y reduce algunos comportamientos de riesgo como fumar, el uso de drogas ilegales o los embarazos adolescentes.
- Explorar las posibilidades del transporte escolar para combinarlo con algo de actividad física. Los programas de caminar o ir en bici a la escuela incrementan los niveles de actividad física, fomentan la colaboración entre estudiantes, padres y organizaciones de la comunidad, mejoran la seguridad de aquellos que caminan o van en bicicleta cerca de las escuelas y disminuyen el tráfico en esas zonas.
El objetivo es que un programa de actividades complemente las horas lectivas de educación física, siempre con el objetivo de que todos los niños y jóvenes desarrollen un estilo de vida físicamente activo, algo que tiene una repercusión positiva en la estructura y función cerebral. La variedad y la implicación intrínsecas al deporte hace que el día escolar con actividad física sea más atractivo y mejor recibido por los estudiantes, algo que se refleja también en el rendimiento académico, otro fruto de la actividad cerebral.
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