Posted: 07 Feb 2018 10:13 PM PST
El sábado 24 de febrero se celebra en Málaga el " Workshop Orienta", un encuentro en el que se hablará sobre orientación e inclusión. De cara a ese día, queremos recuperar de la página de Facebook " Orientación educativa sistémica" este texto de Raúl R. López Reyes, psicólogo y administrador de la página, titulado originalmente " OTOÑO, INFIERNO, PRIMERA VEZ, CIELO… Y DE NUEVO OTOÑO, de un orientador ante la Educación Inclusiva" (14-1-2018). Es este un relato de un cambio, de un aprendizaje y desarrollo profesional hacia una orientación más inclusiva. Raúl ya inició el debate en Facebook, donde te animamos a realizar un comentario. Aprovecharemos para compartirlo también en otras redes para generar reflexión y debate: ¿Cuál es el papel de las orientadoras y orientadores ante la educación inclusiva?
OTOÑO, INFIERNO, PRIMERA VEZ, CIELO… Y DE NUEVO OTOÑO, de un orientador ante la Educación Inclusiva
Aunque no sepa tu camino, me permito compartir contigo mis vivencias, mi propio recorrido en forma de propuesta, por si también tú te encuentras en la situación profesional del "quiero hacerlo, pero no sé cómo", y te pudiera servir.
OTOÑO E INFIERNO, LA DUREZA DEL NO
El Otoño es el momento del soltar, como los árboles dejan caer, y no pierden por ello, sus hojas. Es, ese momento de madurez para el dejar de hacer lo que ya no cumple ninguna función evolutiva, transformadora.
Negarme a hacer lo que no veo que tenga sentido ni utilidad hacer. Negarme a hacer lo que vaya en contra de mi conciencia. Negarme a hacer lo que produzca sufrimiento en el/la más débil (ver este texto de Alejandro Calleja) … Fue un PROCESO PAULATINO DE OBJECIÓN DE CONCIENCIA. Un no aprendido poco a poco en el límite de la supervivencia (2). Un no que supone la negación para la propia afirmación.
Conjuntamente con el NO, clamaba por brotar en mí el SÍ de la verdadera actuación, el hacer, ¿pero hacer qué?, si no sé qué hacer si dejo de hacer lo que venía haciendo (en realidad en mi "no hacer"). Y si ya tengo algo en mente, NO SE TRATA DEL IMPOSIBLE HACER LO QUE VENÍA HACIENDO Y ADEMÁS LO NUEVO. El tiempo es el que es, y es tiempo de vivir la coherencia necesaria.
EL "PASSAGE POR EL INFIERNO"
El cambio es inevitablemente un proceso disruptivo. Dejar de hacer lo que venías haciendo requiere de un "PASSAGE" POR EL "INFIERNO" de tus propias inercias y de no satisfacer las expectativas de los demás, no satisfacer sus deseos, lo que sabes que te avoca a la idea de que entonces dejarás de ser un buen profesional para el otro. El infierno es no querer soltar nuestro ego, nuestra imagen a la que nos asimos desesperados ante nuestro sentimiento de vacío.
"Passage" por el infierno real del no saber hacer, y el imaginario de creer no llegar a saberlo nunca. El infierno imaginario de contactar con los miedos a imaginarias terribles consecuencias negativas, de mi imaginaria ineptitud… Y mientras más me escondo y huyo de este fantasma, más me devora.
Recuerdo que un día me llegó una adolescente con miedo a un fantasma que la perseguía por el pasillo de su casa, yo le conté que lo que más miedo les daba a los fantasmas es que les pudieran ver sus ojos, y le invité a que probara a hacerlo con determinación un día que le ocurriera y estuviera su madre en casa… Me dijo que cuando se volvió para mirarlo, desapareció y ya no volvió a perseguirla.
MI FANTASMA ERA EL MIEDO A ENTRAR EN UN AULA, si yo era psicólogo y no maestro; yo no era pedagogo y ni siquiera psicopedagogo, ¿cómo iba yo a entrar en el aula, si no tenía formación docente. ¿Qué me habían enseñado a mí para que pudiera dar orientaciones docentes a docentes? Me limitaba a copiar y pegar lo que mejor encontraba, pero que nunca había vivenciado.
Creí que mi temor, mi creer no saber, era un fantasma propio, un fantasma real. Luego me confesaron que era el fantasma predominante en todo el colectivo, que una cosa eran las licenciaturas y otras la competencia profesional para la inclusión. Confieso que me costó mucho girarme hacia mi fantasma, salir de mi departamento para entrar en el aula y mirar a los ojos del alumnado y docentes. Pero entonces ellos no desaparecieron… Era yo el desaparecido que apareció, y el que empezó a verles tal y como en realidad eran.
EL "PASSAGE POR EL PURGATORIO"
No hay fórmulas mágicas que te hagan pasar de un posicionamiento a otro, de un sistema a otro, en un instante. Es infantil pensar que se puede pasar del infierno al cielo directamente sin, todos lo sabemos, PASAR POR EL "PURGATORIO"; un tiempo duro donde uno arrastra sus tripas por el suelo, un tiempo de auto-reflexión, del necesario des-aprendizaje para la nueva formación, y de reposicionamiento. Es un girarse para mirar a los ojos del fantasma, es abrir la mirada al interior.
Parte de este espacio de transición es pues la formación en propuestas o situaciones de aprendizaje inclusivas, y posteriormente, no quedarse ahí, en lo mental, en el sé, pero no depende de mí, y en el ordenar al otro que haga lo que yo no he hecho nunca, ya que eso no da ninguna seguridad al otro de que en realidad se pueda hacer. "Si no lo veo no lo creo" dirían y dirían bien… "No me cuentes milongas ni utopías, si dices que se puede hacer con treinta alumnas y alumnos diferentes al mismo tiempo en un mismo aula, quiero verlo".
El "passage por el purgatorio", es un "passage" de reflexión, pero también de aprendizaje a través de la acción, de tu propia acción (no la del otro). Si no hay acción no hay cambio.
PASAR A LA ACCIÓN ES LA TOMA DE CONTACTO CON LA TIERRA, con la realidad. Es una toma de contacto con las dificultades reales con las que se enfrenta el profesorado. Es un sentir lo que se siente en un aula así (el fantasma), cuando el aula es la tradicional, plena de cadenas que impiden el movimiento y la expresión, tales como el sonido y el silencio propios.
Esta inmersión en la tierra, en la dureza de sus conflictos y de tus propios conflictos, es lo que entiendo como la única vía de conocimiento real, y simbólicamente la que te permite el proceso transformador, para al salir de ella renovado. Surge entonces la nueva orientadora, el nuevo orientador, aquel que ahora sí sabe cómo cambiar, porque ha cambiado él.
Obviamente no es posible este tránsito desde la soledad. No se trata de quedarse sólo, sóla. Entiendo que nuestra función asesora, es fundamentalmente, no con el alumnado ni familias, sino para con el profesorado, y con y para tu colectivo (recomiendo ver este debate iniciado por María José G. Corell y seguir a Gerardo Echeíta y Nacho Calderón Almendros).
El necesario proceso formativo, lo entiendo como progresivo, múltiple, interdisciplinar y, peligrosamente continuo (ver: #RevoluciónInclusiva o Cambiar la educación para cambiar el mundo, de C. Naranjo) … Porque luego descubres que SE ESTÁ PREPARADO MUCHO ANTES DE LO QUE UNO CREE, aunque siempre hay compañeras y compañeros que, al igual que yo hice, se aferra al "aún no estoy preparado", como la necesaria anestesia personal ante su no consciente dolor ante su aún no reconocida adicción a la "no acción". La frontera, y el tiempo en el umbral, lo pone cada uno.
Tras la formación, mi vía de intervención para las transformaciones necesarias en el microsistema del aula, fue entrar en el aula para "hacer", pero obviamente no solo, es un hacer conjuntamente con el profesorado que voluntariamente quiere hacer; y una vez hecho, evaluarlo con este profesorado, alumnado y familia, para cambiar lo que sea necesario mejorar.
Luego la clave ha sido para mí, mostrarlo conjuntamente, tutor/a y yo (porque es importante que lo oigan de un igual), mediante imágenes o vídeos, al resto del profesorado que lo quiera oír. Para ofrecerte a quien demande entonces, también probar contigo.
Decía al principio que no se trata de hacer esto y lo que antes venía haciendo, valoraciones psicopedagógicas, valoraciones, valoraciones… SI ES POSIBLE LA EDUCACIÓN INCLUSIVA, Y CON TU ACCIÓN CONJUNTA EN EL AULA ASÍ LO DEMUESTRAS, NO ES NECESARIO CLASIFICAR, no es necesario dictaminar otras modalidades segregadas de escolarización, porque las medidas inclusivas adoptadas, sí están dado respuestas adecuadas al alumnado, a todo el alumnado, lo que hace que no tenga sentido segregarle a otro entorno.
Otra cosa son, ya lo sabemos, el resto de apoyos y tratamientos médicos y especializados que pudieran complementariamente necesitar, actualmente por el momento a través de servicios externos a los centros educativos, y que son necesarios ser asumidos por la administración educativa en horario extraescolar. Estoy pensando en Fisioterapia, logopedia, educadores/as sociales y en la formación que las familias deseen y no la que deseamos nosotros (paternalmente, otra vez mirando de arriba abajo), que tengan… También las familias podrían decirnos a nosotros qué formación nos harían tener a nosotros/as. Estaría bien no solo oír a las familias, sino escucharles.
Fue la puesta en acción y desarrollo del MODELO DE ORIENTACIÓN SISTÉMICA PARA LA INCLUSIÓN EDUCATIVA, que se fue con-formando inicialmente con mis compañeras del Equipo, Teresa y Mª Ángeles, y luego en grupos profesionales "ad hoc" con Mercedes, Lola, Paca, Antonio, Basi, Maite, Alejandra, Alejandro y tantas y tantos otros… bajo el amparo del Equipo Técnico Provincial de Orientación Educativa y Profesional de Huelva.
MI PRIMERA VEZ Y EL CIELO
Recuerdo que mi primera entrada en el aula, fue tras haber hablado a un docente que me pedía que le valorara a un mínimo de tres alumnos y alumnas de su clase (ya que sabía que yo tenía que hacer muchas valoraciones en el Centro (?!), con posibles dificultades de aprendizaje, DIAs (confieso que para mí las DIAs no existen, sino dificultades de enseñanza para el docente, DIEs).
Le comenté que eso me llevaría muchas horas de observación en el aula, entrevistas con él como tutor y con sus familias, pasar pruebas estandarizadas y no estandarizadas, analizar, pensar, decidir y redactar los informes pertinentes, y repetir las entrevistas de devolución a él como tutor y a las familias… Todo ello para ofrecerle unas orientaciones que entendería como utópicas e imposible de desarrollar en un aula, ya que contaba con otros muchos más "casos" de diversidad. En conclusión, tiempo perdido que alimenta sentimientos de impotencia mutuas, pero que forman parte del teatro del, "hacemos como si estuviéramos haciendo lo que tenemos que hacer", cosa que ya me negaba a hacer.
A cambio le ofrecí cambiar ese tiempo que me pedía emplear (unas 16 horas, que a mi criterio, venía yo mal-invirtiendo, perdiendo), sustituyéndolo por pasar con él una hora en su aula con su alumnado, durante 16 semanas… Fue el comienzo de un proceso de transformación primero para su aula y después en el Centro.
Accedemos entonces a un cielo real que supone la satisfacción del pasito a paso conseguido, donde ya no queman las infernales amenazantes llamas del "burn-out" profesional y personal; un cielo donde seguimos conviviendo con conflictos, porque no creo en un cielo donde ya no existan los conflictos, los conflictos son vida y no concibo un cielo muerto, pero sí creo en un cielo por el que vuelan las alas multicolor de las mariposas.
... Y DE NUEVO OTOÑO
Y de nuevo otoño, porque no hay lugar de llegada, sino caminos, y aunque lo olvidamos, en nuestra esencia, en nuestra mente y en nuestro cuerpo, estamos sujetos a los ciclos de la naturaleza. No dejamos de tener curiosidad, que es la necesidad de aprender aquello que creíamos saber y no sabemos, y por lo tanto de volveremos a enfrentar (nunca será fácil) a la necesidad de soltar y soltarnos confiados.
En nuestro papel (hoja), en el ciclo incesante de enseñanza-aprendizaje, en el que estamos todas y todos inmersos, nos dice tan bella y sencillamente José Mª Toro: "Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad y profundo de sabiduría: la hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacío del aire sabe del latido profundo de una vida que está siempre en movimiento y en actitud de renovación".
Actualmente, psicólogo y psicoterapeuta.
Ha trabajado como orientador educativo.
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