UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 08 Nov 2017 01:00 AM PST
Un placebo es una sustancia o tratamiento que no contiene ningún principio activo ni descansa en un procedimiento fisiológico, pero aun así consigue un efecto real. El efecto placebo es un fenómeno psicobiológico, pero genera auténticos cambios físicos, algo que puede observarse, por ejemplo, en el latido cardíaco, la presión sanguínea, la actividad química del cerebro e incluso, con técnicas de neuroimagen, en la activación selectiva de distintas regiones cerebrales. Los efectos del placebo han sido estudiados en una amplia gama de condiciones y trastornos incluyendo el alivio del dolor, la depresión, la ansiedad, la fatiga e incluso en algunos síntomas de enfermedades neurodegenerativas como la de Parkinson.
Los efectos psicobiológicos del placebo pueden ser inducidos por las expectativas, las sugestiones verbales y el condicionamiento clásico. Los estudios existentes sugieren varias rutas neurobiológicas distintas para el placebo, que se pueden activar en contextos diferentes. La analgesia mediada por placebo, por ejemplo, el fenómeno más estudiado hasta el momento, se caracteriza por la producción de opioides endógenos y dopamina para reducir la señal de dolor que cursa por la médula espinal. Esta ruta muestra como un proceso «superior», tal como la expectativa de una mejora, puede regular una sensación periférica inmediata como es el dolor. En el caso del tratamiento de la enfermedad de Parkinson se ha visto que el efecto placebo implica al estriado dorsal, que interviene en el control motor, y la liberación de dopamina en el estriado ventral, que es parte del sistema de recompensa. Es un sistema completamente diferente al del dolor lo que sugiere que el placebo es biológicamente complejo y puede reclutar distintas zonas cerebrales. Los placebos se han usado especialmente en el desarrollo de fármacos, donde se prueban placebos como control, puesto que la expectativa de estar siendo tratado puede influir en los resultados y el placebo hace prácticamente imposible detectar si estás recibiendo el principio activo o una sustancia parecida pero inocua. Recientemente se han empezado a estudiar las posibilidades de los placebos para mejorar el rendimiento deportivo y las habilidades cognitivas. En el primer ámbito se ha visto que las personas que han recibido un placebo etiquetado para mejorar el rendimiento levantan más pesas y andan más sobre la bicicleta que cuando no se les da nada. El cuerpo de esos deportistas que creen haber recibido un elemento potenciador, muestra una respuesta potenciada. También se estudió la persistencia de estos efectos, diciéndoles a la mitad de los participantes a mitad de la prueba, que lo que habían tomado era azúcar. Las notables mejorías que habían experimentado se disiparon rápidamente. En el ámbito de la actividad cerebral se ha visto que una sustancia inerte presentada al voluntario como un fármaco que mejora la actividad cerebral producía una mejora en una prueba de memoria, en comparación con otro grupo que recibía la misma sustancia pero a los que se les decía que era un control inactivo.Kevin Byron en su post The Creative Placebo indicaba que para que un placebo funcione tiene que suceder uno o más de los siguientes factores:
Aquellos estudiantes a los que se les dijo que aquella sustancia aromática incrementaba la creatividad puntuaron mejor en las medidas de esta habilidad. Por ejemplo, diseñaron configuraciones de formas más llamativas y también propusieron más aplicaciones novedosas para los objetos de uso habitual. Según uno de los autores del estudio «las mejoras no eran suficientes para convertirte en el próximo Picasso, pero eran significativas». El placebo hacía sentir a los voluntarios que tenían un refuerzo extra, y eso les generaba un sentimiento de confianza y les hacía asumir más riesgos. Mucha gente teme a las tareas creativas y si se les pide que hagan algo original a menudo se quedan bloqueados y piensan que no podrán hacer nada que merezca realmente la pena. Al parecer, el placebo ayuda a evitar ese bloqueo mental y hace que la gente sienta que puede ser creativo y deja ir su imaginación Funciona también lo que se conoce como placebo verbal. Basta con decir a la gente que es creativa para que se produzca un aumento en su creatividad. Es un resultado que podemos usar los profesores para hacer que nuestros estudiantes desarrollen un pensamiento más original y muy probablemente es eficaz en otros ámbitos. No hace falta darles ninguna pastilla o bebedizo, parece que es suficiente con decirles que son capaces de hacer cosas que merecen la pena, enfatizar sus éxitos pasados y generar un ambiente acogedor donde ese muchacho sienta que es «su sitio» y aumente la confianza en sí mismo. Un aula puede y debe ser un sitio donde pasen cosas maravillosas. También funciona lo que se conoce como el «placebo honesto». Se denomina así cuando la persona sabe que lo que está tomando no tiene ningún componente real pero aun así se ha visto que estos placebos sin trampas mejoran los síntomas en personas con síndrome de colon irritable o con dolor crónico. Eso evita uno de los problemas de los placebos médicos, que son considerados por algunos profesionales y asociaciones como faltos de ética, pues quiebran la confianza entre médico y paciente al introducir un engaño, un posible problema de honestidad. Estos estudios también refuerzan una línea anteriormente planteada de que la creatividad, como la práctica totalidad de las características de la persona, no es un factor fijo. Evidentemente existen diferencias individuales, pero la forma en que tienen los profesores de responder a los trabajos de los alumnos o cómo recompensan las empresas y organizaciones a sus empleados tiene un enorme impacto y estas respuestas pueden fomentar o suprimir la creatividad. Un estudio ha encontrado que los empleados de hostelería en China que recibían unos comentarios más positivos de sus jefes eran más creativos a la hora de resolver los problemas cotidianos. Otro estudio realizado en una planta de fabricación de piezas de automóvil en el Medio Oeste norteamericano mostraba un resultado similar pero de efecto contrario: los empleados que sufrían un comportamiento abusivo por parte de sus jefes, tanto jefes directos como otros a mayores niveles de responsabilidad, demostraban una menor creatividad. El siguiente paso es comprobar que estos efectos observados en las condiciones pautadas de una investigación se mantienen también en el mundo real. Las posibilidades son realmente atractivas: mejorar como sociedad el arte, la literatura, la ciencia, la publicidad… toda esa enorme variedad de ámbitos y circunstancias donde la creatividad es un elemento crucial. Aunque a veces los vendan muy caros, como en el caso de la homeopatía, los placebos son muy fáciles y baratos de fabricar. Y nuestro cerebro tiene posibilidades enormes por explorar sin caer en la pseudociencia y el esoterismo. Para leer más:
|
You are subscribed to email updates from Neurociencia. To stop receiving these emails, you may unsubscribe now. | Email delivery powered by Google |
Google Inc., 1600 Amphitheatre Parkway, Mountain View, CA 94043, United States |
No hay comentarios:
Publicar un comentario